Supongamos que ubiscaste a Liebig como un nombre chiquitito en el mapa. Algo te habían contado de ese lugar especial . Sabés que queda frente a un cruce de rutas en algún punto junto al río Uruguay entre la ciudad de Colón y el Parque Nacional Palmar de Colón . Y aún sabiendo todo esto, no lo encontrás. Se puede ir por la ruta con la mayor atención, andar y desandar ese camino bordeado de vegetación...y la entrada a Liebig no se ve ni aparece…
¿ Habremos leído mal el mapa ? ¿ Lo habremos pasado ya?
Sucede que Liebig es una especie de pueblo fantasma , y como tal desaparece y aparece a su antojo. El secreto

de ingreso a Liebig es circular despacito por la ruta, preguntar a los paisanos, prestar mucha atención y en cada entrada de tierra que desde Colón que va hacia el norte, tratar de adivinar cuál de los carteles oxidados por la humedad litoraleña nos indica que estamos llegando a este pequeño oasis de silencio con una historia de titán.
La entrada al pueblo está bordeada de pinos añosos y mansiones luminosas, y nos lleva directamente a un centro cívico prolijamente trazado, donde cada edificio de típica arquitectura inglesa tiene un cartel que explica su pasado glorioso.
Extrañas construcciones bajas aineadas con prolijidad se unen con pórticos con arcos de medio punto que comunican las viviendas entre sí y hacia veredas arboladas y prolijas. El Centro Cívico está contruído con locales de ventanales bajos bajo galerías de madera techada que le dan al pueblo polvoriento un aspecto de pueblo del Lejano Oeste, como el de las películas de cowboys. Dentro de lo que sería el "Saloon" se encuentra un incipiente museo de antigüedades, que nos indican que este pueblo manso junto al río vivió épocas de absoluto esplendor .
Liebig tiene una historia rica. Deliciosa , podría decirse. Este pueblo debe su nombre a Justus von Liebig , el padre alemán de la química inorgánica. Nacido en 1803, Liebig descubrió en 1847 la manera de hacer un extracto de carne sustancioso y potente que servía para dar sabor y vitaminas a los platos. Creyendo que en el Río de la Plata podía producirse a un tercio de lo que costaba hacerse en Munich, en 1865 abrió una inmensa planta industrial con la firma de "Liebig's Extract of Meat Company", creada en Londres junto al visionario alemán George Giebert. La fábrica se construyó en este lugar estratégico por la calidad de sus tierras de crianza vacuna, y porque en el mismo sitio pudieron hacer un puerto de gran calado para embarcar el producto en clippers que lo llevaban directamente a Europa, casi sin escalas. Durante 1870 el extracto alimentó al frente alemán durante la guerra franco-prusiana. En 1875 produjeron 500.000 kilos de extracto hecho con las 1.500 cabezas de ganado que se sacrificaban diariamente con este fin . En 1878, la fábrica empezó a fabricar también corned beef ( viandada), picadillo de carne, tuco, lengua y sus propias latas para envasar. Este mountruo industrial necesitó tanta gente empleada para su funcionamiento, que los ingleses construyeron unpueblo entero alrededor de la planta . Hasta el día de hoy. los magros 500 habitantes que quedaron en el pueblo que supo albergar 10.000 almas, están eternamente agradecidos a Eric Evans , el último director de la fábrica. "Cómo no voy a recordarlo con cariño si el hombre nos vendió las casas a un precio absurdo que se pagaba descontándolo de nuestros sueldos. En Liebig tuvimos las primeras cloacas y el primer tendido de agua corriente del país."
A partir de la Segunda Guerra Mundial empezó al decadencia de la indutria frigorífica. Después de abierta otra planta en Paraguay, en 1970 la planta de Liebig se llamó FRI. CO. SA., haciendo más latas que carne . En 1980 la planta de Liebig y las casas de sus gerentes se vendieron al frigorífico Vizental de San José, y desde entonces la fábrica se desguasa de a poco. Esto es lo que cuenta Eduardo, el único hombre que queda al cuidado de la gigantesca planta, encendiendo los motores de hornos y heladeras para impedir que el mounstruo muera dormido . A un lado de la planta se ven filas de corralones vacíos que alguna vez fueron el patíbulo del ganado entrerriano destinado a llenar estómagos europeos . "Del tren bajaban las vacas directo acá. Se aprovechaba todo, hasta los huesos. Los corralones parecen de material , pero tienen corazón de madera", explica el custodio."Lo que pasa es que si no tapaban la madera con cemento y cal, la fábrica no conseguía quién la asegure". Todo un ejemplo de la viveza británica del pasado.El pueblo todo tiene un emplazamiento ideal, junto al río, en una barranca , y ninguna de las terribles crecientes de la zona lo afectó jamás. Su peculiar trazado lo divide en tres secciones : La Fábrica, El Pueblito o barrio obrero y Los Chalets o barrio de personal jerárquico. La empresa proporcionaba agua, energía eléctrica, cloacas , escuela, asistencia médica, deportes , biblioteca y club de pesca gratuitos para cada uno de sus 3500 empleados y sus familias pioneras. Las viviendas se enfilan en manzanas con patios centrales arbolados para juegos y estacionamiento, donde habitaban las familias. Los hombres solos habitaban la "Soltería ", habitaciones en hileras con duchas y baños . La escuela del pueblo es la misma que se usa hasta el día de hoy. El actual Centro Cívico reunía el almacén de ramos generales , la zapatería, peluquería , panadería y oficina de pago de jornales . Hoy en día alberga al museo- cuyo encargado muestra orgulloso una lata cerrada de corned beef Liebig fechada en 1923, sin rastros de estar hinchada, y unos cubitos de caldo Liebig de más de 30 años de antigüedad. Pegado al ,museo están la Junta de Gobierno, una feria artesanal que vende dulces caseros y licor de miel y una biblioteca completísima, una de las dos del país que reúnen la colección completa de la revista Caras y Caretas.
La Capilla fue construida a pedido de los pobladores en 1950 y tiene un hermoso vitral dedicado a uno de los últimos gerentes de la empresa por su esposa. El club-construido en 1904 - se usaba como salón de fiestas y servía la práctica de fútbol, bochas, basquet y patines. Muy cerca se encuentra el Lawn Tennis Club con tres canchas de tennis, billares y un bar de maderas importadas de Inglaterra. Casi al lado, y frente a la fábrica, una arboleda hermosa oculta la famosa "Casa Nº1" o "Casa de Visitas", que alojaba a los directores de la compañía o a vistas distinguidas como la de Eduardo VII, Príncipe de Gales, en 1925.
Otro edificio importante es el Mess ("Lío") , donde se alojaban los empleados o parientes de paso en una especie de hotel tan comunitario.y desordenado como su nombre lo indica.
La casa que fuera del matrimonio Evans, gerentes de la empresa, en la calle que lleva su nombre es un ejemplo de arquitectura aireada y hogareña. El matrimonio Centurión la muestra orgulloso a quien pase de visita o quiera alojarse allí : tiene una enorme galería aireada, un comedor inmenso, habitaciones comfortables , y ventanales amplios para que todo el verde del exterior se meta en cada rincón. Esta arquitectura adaptada al litoral le tocaba a la jerarquía, al contrario del Mess y el Club, que son contrucciones como transplantadas de Inglaterra, hechas para un clima gris de nieblas y fríos marinos . Un gigantesco árbol zumba en la entrada del jardín. De su inmensa copa cuelgan pesadas flores rosadas, envueltas en el vuelo de infatigables abejas . El maravilloso árbol no es otra cosa que una planta de hortensia hiperdesarrollada : la plantaron los Evans hace más de cien años.
En este pueblo abandonado pero feliz , el sitio más concurrido es el Club de Pescadores, donde hay torneo de pesca todos los fines de semana. Los actuales pobladores recuerdan con nostalgia épocas de esplendor mientras se ganan la vida cosechando naranjas, fabricando artesanías y desplumando pollos. Unos pocos intentan con esfuerzo preservar la memoria de un pueblo que fue un ejemplo de industria floreciente y trato ejemplar entre patrones y empleados, y que por eso funcionó a buen ritmo durante más de un siglo.
Ellos saben que viven en un pueblo fantasma al que cuesta llegar . Pero también saben que lo que más cuesta en este vergel de paz es decidir cuál es el momento ideal para abandonarlo. Porque tal cosa no existe: uno se quedaría para siempre acá, arrullado por el zumbido de las abejas y el rumor del río.
Para llegar a Liebig:
Ruta 14 , Km 165 a 10 km de Colón y 50 km del Palmar , frente a ruta de entrada a Villaguay .
Casa amplia en alquiler por día, semana o mes : Perón 406, Liebig
Tel: (03447)492045/492060