viernes, 10 de octubre de 2008

El último matriarcado


Entrevista inédita a Ricardo Coler, autor de "EL REINO DE LAS MUJERES, EL ÚLTIMO MATRIARCADO", Editorial Planeta, 2006
Por Ana von Rebeur
¿Cuán reales son los conceptos inquebrantables que asumimos en el mundo occidental? ¿El modelo de sociedad en la que vivimos en el único posible? ¿La imagen paterna es importante? ¿Freud estaba equivocado? ¿El complejo de Edipo es un cuento vienés? ¿Cómo es vivir en una sociedad donde mandan las mujeres?
Ricardo Coler es médico, fotógrafo, periodista, escritor y fundador de la revista Lamujerdemivida. En un momento se su vida, empezó a hacerse estas preguntas y se puso a investigar cuántas sociedades matriarcales hay en el mundo, y cuál de todas es la más genuinamente matriarcal. Así llegó al pueblo de los Mosuo, en la provincia de Yunnan, en el sudoeste de China. No estuvo allí una vez, sino dos veces, y no por dos días, sino por meses. Lo acompañó un guía que hablaba el dialecto local de la etnia, gente sencilla y tradicionalista, con un sistema social totalmente diametralmente distinto al nuestro. Convivió con ellos, investigó sus costumbres y sus relaciones, y volcó todas sus impresiones en El reino de las Mujeres, el último matriarcado, un libro que revoluciona el concepto de la sociedad, tal como la conocemos.
Entre los Mosuo, quienes mandan son las mujeres. Ellas son dueñas de las propiedades, las tierras, el ganado: son las verdaderas jefas de familia. Sus hijos y nietos viven con ellas. Los hombres viven con su mamá en un paroxismo edípico que da por tierra con las más arraigadas leyes de las teorías psicoanalíticas. Las mujeres no se casan, sino que tienen infinidad de amantes. Nadie tiene padre, no existe tal concepto. Tampoco existen los maridos “¿Quien soportaría convivir con un extraño que no es de la familia?” dicen las chicas Mosuo . Los linajes son matrilineales y los apellidos son todos maternos. No hay violencia ni traumas, ni codicia. “¿Para qué sirve ser rico?”, preguntan ellas. Las parejas se forman en los bailes y duran lo que dure la pasión. No se unen por interés ni por dinero, sino sólo por atracción y afecto. Y luego, con la misma placidez, se separan si el afecto terminó, pero jamás conviven bajo el mismo techo. El amor se concreta en furtivas visitas nocturnas, y el hombre vuelve a casa poco antes de que den las cinco de la tarde, cosa de no hacer enojar a mamá. Lo hacen así porque basar a la familia en la pareja vuelve al grupo altamente inestable, explica Coler. Veinticincomil personas viven en este edén perdido a tres mil metros de altura frente a lago Lugu. Ellas no se quejan de que no se les reconozcan sus derechos. Más aún: creen fervientemente en el lema que dice “la mujer que imita al hombre carece de toda ambición”.
Los hombres la pasan muy bien. Construyen las casas, hacen música y se reúnen con los amigos a jugar al majong. Si necesitan dinero, se lo piden a sus madres o hermanas. Hasta en la adultez, se los trata como a niños. Para todos, es natural que las mujeres manejen la economía, porque "son mucho más capaces y no gastan en cualquier cosa". Si hay dinero para enviar a alguien a la universidad, se enviará a estudiar a una chica y no a un varón. “Ellas tienen todas y cada una de las prerrogativas mientras que ellos carecen de la más mínima”, dice Coler. Con una excepción: es el hombre quien visita a su amante, no al revés. Ellos dejan su sombrero en la puerta para que no venga otro a interrumpir esa noche de amor. Mañana ella podrá elegir a otro .¿Morales relajadas? “Cuesta creer cómo hacen las cosas. Pero el horror es también un hecho cultural”, señala Coler.
En esta cultura no hay casos de incesto, ni violencia, ni grandes conflictos ni celos. “No hay una idea del amor para toda la vida. Pero si están a gusto, no cambian de pareja y la mujer recibe siempre al mismo hombre”, nos cuenta el autor “Entre ellos, el amor se da más entre gente grande” Y agrega, pensativo:“Y, sinceramente, yo creo que el amor es para gente grande.”
Lo aprendido en este viaje antropológico sigue aún asombrando a su autor: “Realmente, allí los hombres la pasan bárbaro, y saben que en una sociedad donde mandan las mujeres salen beneficiados.”
El Reino de las Mujeres va por su quinta edición en la Argentina y acaba de ser lanzado en México y en España, lo que lleva es este escritor viajero a seguir viajando.
La realidad ya no es la misma después de leer su libro donde las convenciones más sólidas se caen a pedazos sin que pase nada. Nuestra percepción de la familia occidental tal como la conocemos se nos antoja artificial y forzada al llegar a la última página. ¿No nos estaremos equivocando feo al perdernos de vivir las mieles de una sociedad matriarcal poliándrica? Al autor no le caben dudas al respecto: “Si la impronta femenina, en la política por ejemplo, fuera más fuerte que la masculina, seguramente la pasaríamos mejor.”
( La foto es gentileza de Ricardo Coler)